Visceral



No he escrito, no de manera digital. No hacía falta. 
Y es que cuando la felicidad te invade el estómago, todo se te pasa rápido, no hay necesidad de nada. Solo estas, disfrutas, y sonríes. Eres feliz. Eso hace el amor.

 Te aleja de la cruel realidad y comienzas a ver todo de manera distinta; las cosas dejan de ser crueles, y grises, dejas de odiar. Estas enamorado y ni ganas de llorar te dan. Por nada. Te pones feliz, pleno. Es un proceso.

No había escrito pues. No lo había necesitado. Pero hay coincidencias con las que uno se topa cuando menos quiere. Hay nombres que aparecen, apodos y textos, momentos, escenarios, paisajes. Coincidencias a las que si les pones atención, te das cuenta que son una sola historia. No varias. Coincidencias Hay momentos que lo truenan a uno. Y yo, muy pinche visceral.

Muy.

¿Lo necesito? No, nada es necesario realmente en esta vida además de las necesidades fisiológicas de nuestra especie; nada tan necesario como respirar, nada tan prescindible como dejar de estar. No necesito nada. Creemos que si, pero no es así. Seamos realistas.

Yo muy pinche visceral, quiero gritarlo. Y esa parte inteligente mía me prohíbe ser tan animal como para golpear algo, pero me avienta el coraje al estomago hasta que duele, hasta que se vacía de puro coraje. 

YO muy pinche visceral, con ganas de golpear a alguien, golpearlo todo y decir: NO PUTAS MADRES MAMES.

Se escucha fuerte, se siente peor. 
Falló. 
Tenía que pasar, fallar. 
Nada es perfecto.




No abandono lo que tengo, me gusta como esta. Solo es esta sensación de tener todo roto, de querer dejarlo todo, ir volando, respirar, regresar y comenzar de cero otra vez. Esa pinche sensación de que algo ha fallado.

Aclaro que la tranquilidad esta presente siempre, soy inteligente. Pero también muy pinche visceral. Estoy tranquila, pensando en qué y cómo decir todo.


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