Entender y oír música

Escuchar música es un ejercicio que cualquiera puede hacer, entenderla es distinto.


Similar a cuándo somos pequeños y nuestros padres toman libros para leérnoslos y después aunque no sepamos leer nuestras manitas toman los libros simulando que lo hacemos, pero en realidad sólo repetimos de memoria esas frases que hemos escuchado tantas noches.

Con la música pasa algo: Todos la entienden. No hay un catálogo de “buena y mala música” solo hay sonidos, hay géneros, hay interpretes, hay gustos varios y para cada persona. Como en alguna ocasión dijo Bono “Si una canción tiene la capacidad de quedar grabada en tu mente minutos después de haberla escuchado, será un éxito”. Y en los últimos 15 años, las bandas de los éxitos se han convertido poco a poco en las “one hit wonder” o como dicen en mi tierra “esas que solo pegaron con una canción.


La época dorada de bandas como Led Zepellin, The Beatles, Los Rolling Stones, etc, quedó atrás. Bowie, Iggy Pop, Joy Division, los mismos Pearl Jam y Nirvana son bandas de esas que pueden ser contadas con los dedos, bandas que perdurarán al final de la década

¿Quién les ha seguido a esos? Coldplay, the White Stripes, U2, lo último fueron The Kings Of Leon y The Black Keys. Se acabaron los años en que todo sonaba distinto; en que cada grupo descubría y presentaba al público un nuevo ritmo, un nuevo concepto, una nueva voz; no, ya no es así. Encontramos la formula, y la cuidamos como si se tratará de la receta de la abuela, no le agregamos nada para no alterar el sabor.



Entender la música no debería costar trabajo, tampoco debería ser un privilegio (que solo aquellos que pagaron clases de algún instrumento y se defienden diciendo que se saben la escala Sol) pudieran hacer. Entender la música, escribirla, leerla, enseñar a hacerlo, debería ser obligatorio en cada escuela, como matemáticas, como el español o las ciencias naturales.

Estoy convencida que de ser así, la gente que vive agobiada por el trabajo, las cuentas, el tráfico, los problemas en casa, las colegiaturas, los impuestos, etc. Encontraría un resguardo en esos ciclos de 7 notas, en esos silencios dispuestos, en las armonías y en los acompañamientos. Podrían escaparse en los 4 minutos promedio que dura una canción, de todo lo que esta pasando fuera de su esfera, casi como cuando ponen los audifonos en sus oídos a todo volumen, pero entendiendo, no solo repitiendo de memoria lo que oímos.





Sobra decir que les recomiendo, para ese intento de escape, las rolas que se intercalan en este compás.


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