Libelulas

Esta historia la escribí en Diciembre, después de valorar el tiempo...






Esta es la historia de una luciérnaga que vagaba toda la noche buscando que hacer. Su nombre lo vamos a omitir, pensando que no le gustaría que lo supieran después de lo que les voy a contar.



Y es que hasta las luciérnagas pueden tener derecho a eso, porque después de todo viven muy poco, y durante su corta vida nos regalan luces hermosas en la noche. nómbrela como su imaginación le indique; cuando después de leer esto, le llegue un nombre que identifique así, con ella, y entonces, así se llamará.



Esta luciérnaga, apareció un día en la ventana de un cielologo - persona dedicada a observar el cielo todo el santo día-. Se quedo ahí mirando como trabajaba. Era medio día, y entonces las nubes estaba claras, el cielo de un azul precioso, y el sol a todo lo que da. Hacia frío, pero como las luciérnagas no sienten frio, eso en realidad no importa.



Ese día la luciérnaga. Que tenía el día libre y viajaba sola, se acercó al cielologo para entender que hacia. Ver el cielo. Sólo. La luciérnaga se hizo su amiga. De cualquier modo las luciérnagas son envidiosas, y casi siempre viajan solas, no hacen amistades porque su vida es muy corta, no vale la pena incluso encariñarse con alguien. ¿Para qué? El cielologo también estaba sólo, lo que permitió que le explicará casi todo.



El cielologo esa tardé le enseño los tipos de nubes, el cambio que sufre su estructura dependiendo del aire, del clima, del momento del día; y la luciérnaga estuvo muy contenta, regreso a su casa sabiendo que había aprendido algo nuevo. Sólo había algo malo: ¿A quién le contaría todo? Vivía sólita, no tenía conocidos, no tenía a quien abrazar ni besar. Y eso, que habría comprendido en el día era sólo basura mientras no lo pudiera contar a alguien. Secretos que nadie más sabría. Que nadie nunca escucharía. Se sintió triste por saber algo y no poder contarlo.



Entonces, apago las luces de su casa, apago la luz propia y se sentó a ver la luna mientras escuchaba música. ¿La luna también cambia de acuerdo a la temperatura. Al clima y viento? Por primera vez en sus 24 horas de vida se cuestionaba esto. Y decidió que lucharía por vivir un día más, para ir con el cielologo y preguntarle eso. 


Llego la media noche y trato de dormir con muchas preguntas en su cabeza.



Al día siguiente voló desde su casa a la del cielologo, tenía todo pensado, qué le preguntaría, sobre la luna, las estrellas, la luz...y entonces le vino una idea a la cabeza : ¿por qué ella tenía luz y el no? ¿Por qué ella podía encender y apagar su luz cuando quisiera, y él, que sabía tanto no lo hacía?  Entonces, mientras pensaba, se posó en la ventana del cielologo, toco y toco, pero nadie abrió. Estuvo ahí durante horas esperándolo. Nada.



El cielologo salió ese día, no sabría que tendría visitas, y aprovecho el día para hacer algunas diligencias. La luciérnaga lo espero mucho, y entonces cayo la noche, y cuando el cielologo llegó vio esa pobre luz verde- azulosa en la ventana, ya era más bien amarilla. Y con sus dos manos tomó a la luciérnaga, le preguntó qué pasaba y el porque no había avisado de su visita.



- " se me ocurrió de pronto venir a visitarte hoy y preguntarte algo"


- Perdón, su hubiera sabido que venías, estaría preparado. Pero ¿Qué paso? ¿En qué puedo ayudar?



Entonces la luciérnaga olvido que preguntaría sobre la luna, sobre sus ciclos y como afecta el tiempo a que la veamos o no. Y recordó su luz. Estaba ya muy agotada, y la pregunta salió.



- ¿De dónde proviene mi luz, y por que tu no tienes una?



Entonces el cielologo suspiro. Y respondió:



-"ustedes son seres que nacieron para dar luces hermosas cuando no podemos ver más allá. Están ahí haciéndonos saber que hay cosas maravillosas en este mundo, tan insignificantes como ver a un bicho volar mientras prende. Todavía no se por que lo hacen pero es bello. Nosotros , no hemos aprendido como encender nuestras luces para que nos vean. Pero podemos disfrutarlas en compañía , y saber que por algo están ahí".


Cuando el cielologo término de explicar lo que creía correcto, la luciérnaga había dejado de alumbrar, tenía las alas pegadas al cuerpo y sus ojos cerrados.



Yo se que lo escuchó por que donde estamos ahora, me lo contó. Y de cualquier manera le he explicado el ciclo de la luna, y que no, no tiene nada que ver el viento, con que a veces se vea grande o pequeña. Es una situación de la tierra. Se lo eh explicado mil veces y cada una, pone esa cara de asombro, como si fuera la primera vez que lo escucha. Y de pronto voltea y la ve, sus pira y vuela hasta ella.



Me dijo entonces que quería regresar aunque fuera una vez con su único amigo, el cielologo. A explicarle que también era un ser de luz. Y entonces le dije, que a veces, para algunas personas es demasiado enterarse que pueden brillar, ser felices con esa luz y demostrárselo a los demás.


La luciérnaga no me creyó, salió volando una vez más ... y yo, estoy aquí, esperando que un día regrese y entienda que los humanos somos así. Vemos luz y la admiramos, pero nos cuesta trabajó aceptar la propia.


Al menos se que anda en algún lugar viendo el cielo, contemplando el sol y la luna, las estrellas y disfrutando de los vientos. A pesar de que ya nadie la puede ver.



Quizás por eso vivimos más que ellas. Porque no disfrutamos las cosas, sabiendo que siempre habrá tiempo para hacerlo...


O al menos así me gusta pensar.


Que siempre habrá tiempo.





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